Asentado sobre uno de los tramos alternativos del antiguo Camino Real, Quilino (departamento Ischilín) es un pueblo de unos diez mil habitantes con una de las historias más ricas de la provincia de Córdoba. “En casi todo lo que pasó en Córdoba, Quilino tiene algo que aportar”, dice el historiador Carlos Ferreyra en su artículo “Un pueblo de indios sobre el Camino Real de Córdoba a Catamarca: orígenes de Quilino y su rica historia”.
Se refiere, nada menos, a la etnohistoria que acredita, a la historia colonial, a la historia del ferrocarril, a la caminería histórica, a haber sido testigo de guerras civiles y de la organización nacional.
Quilino se levanta en el norte, sobre la RN60, en las tierras ricas y fértiles de comunidades indígenas organizadas, que Jerónimo Luis de Cabrera se encomendó a sí mismo el 24 de noviembre de 1573, a poco de haber fundado la ciudad de Córdoba.
Cabrera eligió para sí mismo el mejor territorio y el más poblado.
Los documentos de la época cuentan que la zona era sumamente productiva y tenía lo que más deseaban los encomenderos: muchos indios para trabajar.
Quilino siempre fue un lugar próspero, con clima benigno y abundancia de agua.
Es un territorio muy antiguo: el asentamiento indígena se remonta a miles de años, seguido de cuatro siglos de ocupación europea y criolla que lo convirtió en un importante pueblo colonial conformado -aporta Ferreyra- como “una aldea dispersa que tomó la forma actual cuando fue loteado entre 1870 y 1897”.
Fernando Vignoli, director de Turismo de Quilino, indica que había 37 tribus en la zona con cientos de personas. La escritora Isabel Castro Olañeta refiere en sus escritos que en la región, según la cédula de los pueblos del Valle de Quilino, había registrados dos mil indios.
Entre tantas cosas, los nativos cultivaban algodón que se comercializaba con el Alto Perú, al igual que las mulas, a cambio de metales como la plata.
El historiador Ferreyra explica en sus escritos que la población indígena de Quilino fue la que más perduró en los convulsionados procesos históricos de la provincia de Córdoba.
En Quilino también se registró un hecho de resistencia aborigen, que marcó un antes y un después: el primer juicio con sentencia favorable por malos tratos del sistema colonial a los nativos. Ocurrió en 1620 cuando los indios (así nombrados en los documentos históricos) denunciaron formalmente al poblero (administrador de Jerónimo Luis de Cabrera) Alonso Gordillo por abusos y maltratos.
Vignoli explica que tres indios de la comarca de Quilino -Cristóbal Ivita, Agustín Isa y Martín Hellanque- interceptaron al gobernador de las provincias del Tucumán Juan Alonso de Vera y Zárate que pasaba por el Camino Real y denunciaron a Gordillo, quien fue llevado a Córdoba y arrestado para ser enjuiciado.
Gordillo presentó como testigo a Elena Linque, una mujer aborigen que trabajaba en su casa. Pero Elena testificó en contra de su patrón y sentó un precedente en la historia.
Los indígenas manifestaron que el poblero echaba ají molido en los ojos de los jóvenes para que trabajaran y los ataba del talón; impedía los casamientos y forzaba a las mujeres jóvenes al trabajo compulsivo y desmedido, sumado a los castigos corporales.
Gordillo fue condenado a diez años de prisión en Cartagena de Indias y fue despojado de todos sus bienes, que quedaron para el Estado colonial.
Este hecho es considerado por los historiadores como una de las primeras manifestaciones de la mujer por sus derechos y también de los derechos de los aborígenes.
Mabel Godoy, la intendenta de Quilino, destaca ese hecho trascendente. “Revelarse era un atrevimiento», dice. Igual que una mujer e indígena se animara a denunciar situaciones de violencia.
Los picapedreros
A fines del siglo XIX y principios del XX, Quilino recibió inmigrantes italianos, españoles y árabes.
Los italianos eran, mayoritariamente, picapedreros que trabajaban el granito. Sus huellas perduran en la arquitectura del pueblo.
Aún se conserva “la casa de piedra”, que fue construída en 1910 como almacén de ramos generales. La construcción de bloques de piedra moldeados fue realizada por el inmigrante italiano, Miguel Rufa, escultor y picapedrero de oficio, que llegó al pueblo en 1878, desde Tropea.
El frente de la casa está labrado con bloques de piedra y resaltan las figuras de león talladas sobre el pórtico de la entrada. La casa conserva la disposición original en dos plantas con una escalera artesanal que vincula las habitaciones en la parte superior con la cocina y el living comedor, abajo. Contiene columnas de piedra originales. No está abierta al público.
Otras obras en piedra pueden observarse en el lugar: la pila bautismal del santuario de San Roque y la escalinata; los mausoleos del cementerio; la iglesia Nuestra Señora del Valle y la dársena del tajamar.
Se cree, además, que el 30% de los bloques de La Cañada, en la ciudad de Córdoba, provienen de Quilino.
Los trabajadores del granito, recolectaban las piedras entre Quilino y San Pedro Norte y, a punta de masa, hacían los adoquines que se utilizaban para el empedrado de las calles de Córdoba y de Tucumán.
En 1921, los picapedreros se nuclearon en el Sindicato de los Trabajadores de las Canteras Villa Quilino Córdoba.
El cabrito, marca registrada
El cabrito de Quilino es marca registrada. Se cría sólo a leche, de allí su carne magra, en una geografía muy propicia. Son un manjar irresistible.
La actividad caprina está en pleno fortalecimiento en la zona, pronto se abrirá un frigorífico.
Luis Flores, dueño del “Quincho el gordito José», que se levanta hace 35 años sobre la RN60, cuenta que en promedio asan 40 cabritos de siete kilos y medio por fin de semana.
La actividad gastronómica, en general, ha crecido y se ha diversificado en los últimos tiempos.
Además del tradicional cabrito a la parrilla, se consiguen productos con valor agregado -escabeches, arrollados, aceitunas rellenas con cabrito, ravioles con seso-, buenos vinos, cítricos y panes caseros.
Cada febrero, desde hace 51 años se celebra el Festival del cabrito en el escenario del balneario municipal
DATOS ÚTILES
Dos en una
Quilino y Villa Quilino son una unidad en la diversidad. Divididas en otro tiempo por un río, hoy seco, se presenta como dos núcleos urbanos cada uno con su identidad, pero gobernados por el mismo municipio.
Santuario San Roque. Su construcción data entre los años 1670 y 1700. Es una de las primeras iglesias del departamento Ischilín y del norte de Córdoba. Se levantó en las tierras donadas por la viuda de Jerónimo Luis de Cabrera, Luisa Martel de los Ríos. Según la tradición oral, allí un indio descubrió la imagen de San Roque tallada en un árbol. Cada agosto se realiza la procesión en honor al patrono de la villa. Entre las reliquias del santuario se conserva un atuendo de Fray Memento Esquiú, quien, como obispo de Córdoba en 1882, puso en funcionamiento la vicaría de Quilino. En 2009 fue declarada santuario diocesano Funciona una santería.
Balneario municipal. Cuenta con camping, quincho, asadores y una pileta olímpica. Está rodeado por cerros y vertientes. En el predio se encuentra el escenario Chango Rodríguez donde se realiza el Festival del Cabrito y la Artesanía desde 1973
Tajamar. Fue construido en 1997 para el acopio de agua de vertientes que se utiliza para riego de campos de productores frutihortícolas y para agua potable. Hay pejerreyes y carpas. El paisaje es muy bonito y es el punto principal para ver los atardeceres.
Escultura de Elena Linque. En la Plaza Sarmiento se encuentra la escultura realizada por Ariel Ramos, artista de Dean Funes, en memoria de Elena Linque, la mujer aborigen que se sublevó junto a otros nativos contra la opresión ejercida por los colonizadores.
Información. Alojamientos, restaurantes y actividades: https://www.quilino.gob.ar/